Cositas particulares de la Navidad colombiana
La Navidad en Colombia es un viaje lleno de tradiciones curiosas, alegría desbordante y, cómo no, uno que otro momento digno de anécdotas inolvidables. Si has vivido una Navidad en estas tierras, seguro te identificarás con estas "joyitas" que hacen de nuestras celebraciones algo único
1. Pesebre que se respete tiene un dinosaurio
En Colombia, el pesebre no es solo una representación religiosa; es un despliegue de creatividad sin límites. Desde dínosaurios cuidando al Niño Jesús hasta carros de juguete y palmeras rosadas, cualquier elemento es válido para enriquecer la escena. Porque aquí, si no hay un dinosaurio, ¿es realmente Navidad?
2. Fiesta empresarial de fin de año: una mina de historias
Las fiestas empresariales de fin de año en Colombia son un espectáculo aparte. Hay algo en el Guarito y el ambiente festivo que desata infidelidades, despidos y chismes que se recordarán por años. Eso sí, también son el momento perfecto para soltar un buen ¡¿te acuerdas de esa vez...?!
3. Bailar con letras tristes: un talento colombiano
Los colombianos tenemos el don de bailar con una sonrisa canciones que cuentan las historias más desgarradoras. Porque, ¿quién necesita alegría cuando se tiene a Pastor López cantándote "otra vez Navidad, otra vez soledad"? Así somos, nostálgicos y fiesteros, todo en uno.
4. El tío cincuentón y los aguinaldos
En cada familia colombiana hay un tío cincuentón que, a pesar de todo, sigue siendo el consentido de la mamá. Y claro, también es el que más aguinaldos recibe. Porque si algo caracteriza a nuestra Navidad es que siempre hay un espacio para consentir al "niño eterno" de la casa.
5. Bolsitas de Bohío en el árbol navideño
Un árbol navideño colombiano que se respete tiene bolsitas de marcas icónicas como Bohío. Y no solo eso, también lleva luces de todos los colores, adornos reciclados y una estrella que, aunque esté torcida, siempre es el toque final perfecto.
La Navidad en Colombia es así: llena de calor humano, risas y esos pequeños detalles que nos hacen únicos. Porque al final, lo que importa no son los adornos ni los regalos, sino las historias que construimos juntos.